Una sola palabra por año que le de sentido al caos y empuje a mis esfuerzos.
Si buscas en Google «world of the year» o «palabra del año», es posible que encuentres mucha información sobre los listados que distintas entidades gubernamentales del idioma ponen a votación entre sus miembros para encontrar la que ha sido más popular en el pasado inmediato.
Mientras que las academias de la lengua y los diccionarios alrededor del mundo han convertido en la votación más representativa para los lingüistas al final de cada año, para mi significa hacer un proceso importante de reflexión, visualización y enfoque para los siguientes 12 meses.
Hay quien dice que el movimiento de individuos eligiendo y anunciando una palabra al año cobró fuerza en 2006, gracias a un proyecto One Little Word de Ali Edwards que compartió ampliamente en su blog, y del que ha creado desde talleres de scrapbooking hasta una línea de productos de papelería.
Confieso que yo lo empecé a hacer mucho después que Ali, no porque no supiera del movimiento, sino porque no sabía por dónde empezar ni cuál era la finalidad de elegir una palabra del año.
Mi historia eligiendo mi palabra del año.
Recuerdo haber hecho el primer intento alrededor de 2009, cuando vivía en Boston, tenía una bebé de 18 meses, y el invierno se sentía mucho más largo y pesado ahí que en Ciudad de México. Leí al respecto y me pareció una idea divertida, así que empecé a buscar en mis libros y novelas favoritas una frase o idea que me inspirara o, de plano, hiciera aparecer ante mis ojos esa palabra mágica.
Hice una lista de todas las que me parecía que sonaban bonito, o que tenían un significado elevado y profundo, y pasé unos cuantos días eligiendo la que creí que sería esa palabra especial para inspirar mi año.
Y sé que elegí una palabra. Y recuerdo haberla puesto bajo el vidrio de mi escritorio, en un papel pequeño y sólo para mis ojos. Y estoy segura de que no le comenté a nadie al respecto. Ya tenía el blog corriendo desde hacía un año para ese momento, pero no me pareció que contar sobre mi pequeña aventura lingüística fuera relevante.
Predeciblemente, pronto me olvidé de la palabra -confieso que he estado tratando de recordarla para este artículo, sin éxito-. Y, cuando de vez en cuando la llegué a atisbar con la mirada, me daba la sensación de que, por un lado estaba muy bonita, pero por otro no encontraba cómo integrarla a mi vida cotidiana. La realidad era que la palabra seguramente era hermosa, pero no era la adecuada para mí en ese momento.
Verás, tu palabra del año tiene que ser la que te motive a enfocarte, la que te inspire a hacer lo que necesitas hacer para crecer.
Es la palabra que te a ayudar a meditar cómo tus acciones y pensamientos se alinean con tus valores y tus metas. Y servirá de guía y luz cuando la duda o tu crítico interior te quiera sabotear.
Cómo encontrar tu palabra del año.
Lo que descubrí años después es que necesitaba tomarme tiempo para entrar en contacto con mis sentimientos, emociones, y metas a mediano y largo plazo. No soy de ponerme propósitos, enlistarlos pasar el resto de los meses tratando de tacharlos de mis pendientes y sintiéndome culpable por no llevarlos a término. Lo mío es pensar en grande y, con mi palabra elegida, motivarme a cumplir los pequeños pasos intermedios para acercarme más a la olla de oro al final del arco iris.
Tu palabra del año te va a ayudar a ser más tú, y a alcanzar lo que más necesitas, incluso sin que supieras antes que lo necesitabas.
Cada año mi proceso ha variado: a veces, encuentro mi palabra a mitad del año, o semanas antes de que termine diciembre. Otras veces, me ha tomado mucho más tiempo, incluso meses ya iniciado el año.
Para mi palabra de 2020 hice un proceso de reflexión mucho más profundo que otras veces, y me llevó tomar días de vacaciones en los que realmente me pudiera desconectar de mis preocupaciones y pudiera conectar con mis deseos y los aprendizajes del año anterior.
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Entre Navidad y Año Nuevo en 2019, hice un viaje en auto a lugares naturales que me llenaron los sentidos con su belleza y calma, y puse música que alegró mi corazón mientras viajaba. Esto me ayudó a aterrizar mi palabra central para 2020.
Hice una lista de palabras finalistas en mi block de notas en el celular, y finalmente me sentí más en sintonía con una que había visto grabada en un dije con cadena en una tienda del camino.
La palabra que me acompaña este año es FEARLESS.
En español se puede traducir como «sin miedo», pero en el sentido de tener la certeza de que la parálisis que se desprende del miedo, del temor y de la duda no son tan poderosas como para detenerme en el camino a alcanzar mis metas.
La experiencia de búsqueda y encuentro es distinta para cada quién.
Hay algo que te puedo garantizar: No hay una receta única que le funcione a todo el mundo, pero todo mundo puede adaptar la receta modificando los ingrendientes al gusto.
Para encontrar tu palabra del año necesitas hacer dos cosas. Por un lado debes reflexionar en tus experiencias, retos y aprendizajes del pasado, y por otro es sumamente importante que le des a tu mente, cuerpo y espíritu experiencias diferentes a las cotidianas.
La reflexión lleva trabajo personal y usar papel y lápiz, una nota en tu teléfono o hasta un documento de Google es la manera más práctica de ir aterrizando esas emociones, ideas y proyectos.
La experiencia novedosa -terapia de choque, le llamo yo- puede ser tan sutil o tan extrema como tu cuerpo, mente y espíritu lo requieran.
¿Te pasas la semana entre el trabajo y la casa? Prueba salir de paseo uno o dos días del fin de semana a una ciudad o pueblo cercano, y turistea a gusto.
¿Los videojuegos y Netflix son tu fuente de entretenimiento más recurrida? Decídete a visitar un par de museos en las siguientes semanas. Lee el tríptico que te den a la entrada y los letreros junto a las obras para que realmente te enteres mejor de qué la historia del artista y su obra.
¿Comes sola toda la semana, o por el contrario, no hay un minuto sin barullo en tu casa o trabajo? Momento para encerrarte en un espacio cómodo -desde tu recámara hasta el clóset-, ponerte tus audífonos y escuchar meditaciones, podcasts o música clásica.
Después de que le des este tipo de experiencias a tu mente, verás que la reflexión fluye mejor y puedes empezar a sentir más sintonía con tus palabras finalistas.
Ideas de palabras del año.
Todos necesitamos un poco de inspiración, y muchas veces esta se toma su tiempo para llegar con nosotros. Por eso, te comparto una serie de palabras que pueden ayudar a dar forma a tu historia. Lo mejor es que algunas harán sentido para ti de una manera distinta y personal. Las que resuenen más son tus finalistas, y una de ellas será la elegida.
Un par de ideas para personalizar aún más tu experiencia.
Si quieres ir un paso más allá, además de la palabra del año, elige una palabra más como foco cada mes. Se vale repetirlas si no tienes doce extra, y simplemente puedes combinarlas en tu enfoque. Por ejemplo, tu palabra del año es ABUNDANCIA y tu palabra del mes es SENTIR. En esas cuatro semanas harás el esfuerzo consciente de agradecer y dejar fluir cualquier sentimiento que puedas relacionar con ABUNDANCIA. Como sentirse abundante en salud, por nombrar una posibilidad.
Y luego, ¿qué haces con tu palabra?
Vives con ella. La invitas a entrar en tu vida. La dejas hablarte. Y la sigues hacia donde te guíe.
Tu palabra es la que te lleva de la idea o la emoción a la acción. Es algo vivo que te lleva a tomar decisiones sabias y adecuadas para lo que necesitas en cada momento.
Escribe tu palabra en tu agenda. También puedes usar una app que te deje usar fuentes de letra bonitas, y hacer fondos de pantalla para que la veas constantemente en tu computadora. Busca canciones que la tengan en el coro, para que se te pegue a la cabeza y la repitas constantemente. Todo lo que se te ocurra que puede ayudarte a tenerla presente es recomendable.
Si eliges una palabra del año, no dejes de contarme cuál fue y compartir tu proceso. Es enriquecedor aprender de las experiencias de los demás, e inspirador compartir con otros el enfoque intencional del año.
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