Por Code J.
Pues sí. La vida es insospechada y algunas veces estás arriba y otras abajo. Lo importante es no perder el estilo.
Por eso, aunque sí extraño los viejos tiempos en Bal Harbour con mi Amex negra y compras de materias nobles como la mezcla de algodón con seda; tejidos de punto en seda de Sulka; zapatos Prada o Bally, comprados directamente en sus boutiques o en Sak’s y Neiman, la verdad es que, he de confesarlo, esto de ser nuevo pobre, tiene grandes ventajas cuando tienes el savoir faire de los ricos. Una de ellas, es la astucia, ingenio y expertisse que compruebas a lo largo de los años.
Hace poco, un amigo, criticón y obsesionado como siempre, me contaba horrorizado lo difícil que le resultaba aceptar el mestizaje de nombres de claros orígenes nórdicos, galos o británicos seguidos de un apellido claramente hispano: Amélie López, por ejemplo.
De ahí, una de sus derivaciones habituales, lo condujo a mirar con detenimiento mi grueso cuello de tortuga color camello tejido en lana merino y a insinuar que «la gente bien sabe distinguir entre un suéter de Suburbia y uno de Zegna que seguro es de cashmere». Prudente como soy, he aprendido a contener mis exabruptos al momento de querer desmentir el maniqueísmo que existe sobre las clases sociales, los modales, el buen gusto y demás. Así que no le dije que mi suéter lo había comprado en una rebaja de Benetton, que era de pura lana, y que no tenía ni poquitito cashmere.
Esa escena, me inspiró para entender que la percepción que tienen las personas sobre los otros, está influenciada por varios aspectos.
Por ejemplo, aquí un sencillo suéter de lana, se convirtió en un objeto de deseo para otra persona, porque iba acompañando de un maravilloso Roadster en acero de Cartier; unos sencillos pantalones negros de Zara de corte recto y zapatos puntiagudos de Zara en acabado cocodrilo. Muy distinto hubiera sido el mensaje si hubiera llevado mezclilla deslavada, por más True Religion o Seven que fuera, y tenis de deporte.
En los últimos años, empecé a ir a los outlets. Obviamente, empecé por ir al premium de NYC, al Woodbury. Siempre escuché a mi madre y bisabuela decir cosas como: «La gente que va al outlet es la que cree que es lista por comprar barato lo que los demás ya no queremos». Así que mientras dependiera de los presupuestos y planes familiares, ir al outlet era prácticamente una cita con la pobreza extrema y con lo más bajo de la raza humana. Al morir mi bisabuela, lo primero que hice, fue ir al outlet de Nueva York. Era mi primer outlet. La lección fue valiosa: Lleva una lista de lo que estás buscando y no compres nada, hasta que hayas conseguido lo de la lista. Obviamente, en mi mentalidad de novato, compré miles de chamarras Gap que, me hicieron sentir millonario y que hoy por hoy, están guardadas en mi clóset, porque no tienen nada que ver conmigo. Lo mismo con las camisas de Ralph Lauren, que tienen un corte infame y que me hacían ver como primo pobre; terminé por dárselas a Santiago, que mide 10cm más que yo.
La transición del retail con etiquetas que incluyen las palabras «Hand», «Made»; «Silk», «Cashmere», «Pima Cotton», «Tods», «Cuir», «Hermés» y otras, al «Wash Machine Cold» y al «H&M», ha sido divertida. Porque, de hecho, cada vez me veo más sofisticado, ¡¡¡gastando menos!!! Y sin el riesgo de que alguna monja en los alpes suizos termine ciega cosiendo alguna de las ñoñerías de la clase alta que «nos hacen distintos de ‘ellos’ «, como escuché mil veces decirlo a… a mucha gente.
Mi última compra, fue hace 20 días en el H&M de Washington Street, en Boston. Mi hermana me regaló un par de jeans de $39.99dls. La verdad, están wow y todo mundo, jura, ayudados por mis combinaciones y uso del Luminor GMT, que esos jeans deben estar sobre los $399 dlls, y no sobre los 39 que pagamos.
Más que traumático, ha resultado una aventura que reta mi inteligencia, mi buen ojo y mi buena memoria. Y al entrar a un «purgadero», como llama mi madre a los outlets, puedo identificar qué, de todas esas pertenencias, podrían pasar perfecto por pertenencias de una marca súper exclusiva que los mexicanitos con armani, gap y abercrombie como top of mind, envidiarían de inmediato. Gracias a Zara por existir, gracias al H&M por estar y gracias a… a mi familia por enseñarme a comprar como rico para que dure como pobre.
En mi próxima entrega, prometo dar algunos highlights de cómo comprar y qué comprar.
Totalmente de acuerdo. Hace unos días encontré un atuendo perfecto en H&M para una comida con la esposa del embajador de México en Francia. Una característica de esta marca es la variedad de estilos en los diseños, pues si bien se encuentra ropa y accesorios de un estilo muy ordinario, el chiste es, como tu dices, ir con la lista de lo que necesitas y enfocarse a buscar únicamente eso. Así es cómo encontré diseños modernos y originales, justo lo que buscaba. Algo a doc para la ocasión y que fuera a de acuerdo con mi personalidad y mis gustos… y obvio, con muuucho estilo.