La palabra «Estilo» está muy manoseada. Se ha convertido en un concepto polarizado bajo el que se agrupa a un conjunto de comportamientos, pertenencias, circunstancias o personas que tienen el «savoir faire» tan anhelado de las clases medias o nuevas altas.
El estilo no está en un presupuesto ni en un catálogo de firmas de lujo. Tampoco está en un extenuante inventario de pertenencias de alto valor. Está en cada paso que damos, en cada palabra que enunciamos, en cada cosa que hacemos.
Y es que El Estilo, no se refiere, ni más, ni menos, que a la forma en la que hacemos las cosas, nos desenvolvemos y sobrevivimos. Sí, he aquí la verdadera noticia: el «naco» también tiene estilo. Al igual que la raza humana, esta revelación habría de ser devastadora. ¿Cómo reponernos de ese calificativo que parecía alzarnos sobre el resto de los demás y que, examinado con toda precisión, más bien nos homologa, nos iguala y nos rebaja a la ínfima categoría de seres humanos? El Estilo no es un personaje; no es una marca; es la palabra que describe, a priori y sin contenido, la forma de hacer las cosas que cada uno de nosotros tenemos.
Por otro lado, aunque el uso del concepto de «El Estilo» está desgastado y tiene un uso impropio e inadecuado, es, coloquialmente, aceptado como un cumplido; como un calificativo y no como un sustantivo. Pensemos en una frase como «Tiene estilo», significando elegancia y corrección en lo que respecta a la apariencia o al comportamiento. Es una falacia. Porque el descortés, sin educación, sin pulimento social, sin conocimiento de causas mayores que sus vísceras y su inminente conexión ad hominem con el lenguaje paupérrimo que posee; también tiene estilo. Un estilo degradante e inmundo, pero lo tiene.
Para dejar más claro el tema: el estilo es inalienable. Nos guste o no, lo tenemos. Aún al ir en contra de lo establecido, hay un estilo; una contra-cultura. Al estilo no se renuncia. Y no hay juez que decida cuál es mejor que otro. Sí hay ojos; hay tendencias; hay conceptos comunes que hacen que, en el más puro estilo Saint-Exupériesco, miremos en la misma dirección y nos parezca infinitamente más elegante un par de mocasines color camello de Tod’s que unas botas mineras.
Si la gente que se dedicara a la industria del «estilo» supiera algo más que proporciones y textiles… sabrían que es un fraude llamar a una publicación con ínfulas de manual de etiqueta y de tendencias, In Style por ejemplo. En fin, para entenderlo, habría que saber etimologías o, al menos, el significado de las palabras que se utilizan.
En fin, en este espacio, cederemos al coloquialismo y hablaremos de «Estilo», siempre entendiendo que el catálogo de información que aquí presentemos no excluye a lo distinto, sólo enfoca lo que a nuestro parecer, conforma un estilo de buen gusto, de reto al saber hacer, al saber vivir.
Yo voto a favor, pero quiero más explicaciones!!!