Después de leer esta información correrás revisar la canasta de los dulces de Halloween y guardar sólo un puñado, y no dejarás de poner atención a los antojos de la época de fiestas de tus niños.
Cuando Mini iba a la escuela en México padeció burlas y críticas de los compañeritos respecto de su lunch. Sí, entiendo que no es común que a los niños les guste el brócoli, pero a ella le gusta y, además, creo que es importante que lo consuma. La presión social en la escuela no la hicieron dejar de comer verduras, pero definitivamente no quería hacerlo en público. Mi preocupación mayor no era que, a los seis años, cediera ante los compañeros (la palabra clave aquí es «mayor», pero esa es otra historia), sino que en esa escuela la actividad física estaba limitada en tiempo y espacio, así que es evidente que la cantidad de calorías consumidas por ella y los otros niños era mucho mayor a lo que lograban consumir con actividad física cotidiana.
Estoy alarmada y creo que este tipo de preocupación no puede ser sólo exclusivamente mía: En años recientes, se ha alcanzado una mayor tasa de obesidad infantil. El 27.7% de los niños en etapa escolar pasan más de 4 horas al día frente al televisor, tanto en Estados Unidos como en México. Sumado a malos hábitos de alimentación, incremento en el consumo de bebidas azucaradas y la falta de una dieta balanceada, son las principales causas del constante incremento en las cifras de obesidad y sobrepeso entre la población de menor edad. En consecuencia a la obesidad infantil se encuentran ciertas enfermedades adicionales como: Apnea del sueño, problemas cardíacos y respiratorios, problemas del hígado, baja autoestima, por mencionar algunas. ¿Quién puede querer esto para sus hijos?
Esta infografía presenta los riesgos con claridad:
Cuando el clima no coopera con las intenciones de que los niños jueguen al aire libre, o simplemente no hay oportunidad durante la semana de llevarlos a un parque a correr y trepar, el equilibrio tiene que estar especialmente presente en la alimentación. Nuestro estilo de vida de adultos urbanos no es razón suficiente para mantener a los pequeños sin oportunidades de ejercitarse y, con ello, mantenerse en forma.
Estos son los tips que he implementado con éxito para que mi hija consuma más alimentos nutritivos:
– Introduce los vegetales desde las papillas y no dejes de insistir en que los coma. Si yo veía que alguno no le gustaba mucho, encontraba otra manera de presentárselo -como la zanahoria cruda en lugar de cocida.
– Enséñales a comer gran variedad de frutas y vegetales. A Mini no le gusta ni un poquito la calabacita, pero es fan de las espinacas y del brócoli.
– Implementa recetas que sustituyan ingredientes por semillas y vegetales. Mi versión de los pancakes (hot cakes) lleva la mitad de harina y la otra mitad la sustituyo con semillas de chía y hemp. No hagas gran alharaca, sólo sustituye los ingredientes y no hagas excepciones. Si tienen hambre, se los van a comer aunque sea a regañadientes.
– Habla constantemente de las ventajas que les dan los alimentos saludables. No sólo los vegetales, sino las legumbres, la carne magra (si no eres vegetariana o vegano), la carne blanca, aceites de oliva y coco en lugar de la grasa de cerdo, etcétera.
– Mantén tu despensa con la menor cantidad posible de alimentos pobres nutricionalmente. No digo que los evites por completo, porque los niños terminarán consiguiéndolos de cualquier forma y la prohibición los hará más atractivos, pero no los tengas más disponibles que las frutas u otros snacks saludables, como pepinos o palomitas sin grasa.
– Enseña con el ejemplo: Si nunca te ven comer los deliciosos vegetales que tanto quieres encajarles (o no tanto y jamás los ven en la mesa), puedes decirles que llevan helado encima, que no los querrán comer. Acuérdate: Las palabras convencen pero el ejemplo arrastra.
– No hagas un alboroto si quiere probar algo distinto o inusual, pero sí felicítalo y celebra que abra su mente y paladar a nuevos sabores. O, si rechaza alimentos que le ofreces, insiste sin perder la paciencia. Si un niño detecta que puede llamar y manipular aunque sea unos segundos de tu atención, seguirá repitiendo la acción.
– Aplica la regla del tres: Probar el mismo ingrediente al menos tres veces, y si hay rechazo, en al menos tres ocasiones distintas en recetas distintas.
Estas acciones son las que yo he usado y puedo decir con mucho orgullo que mi hija come casi todo tipo de comida y, además, se siente muy orgullosa de tener energía y fuerza para hacer gimnasia, equitación y todo tipo de actividad física que se le antoja. No sé si alguna vez tendrá problemas de peso, pero estoy asegurándome de darle las bases y herramientas para que su vida sea larga y saludable.
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