El 8 de marzo no es una celebración de «la feminidad» como se ha estereotipado culturalmente, sino la conmemoración de una lucha por conquistar espacios, derechos y trato digno.
Hay varias razones por las que se decidió una fecha específica para conmemorar la lucha por los derechos de las mujeres. Una de ellas está específicamente ligada a los eventos del incendio de una fábrica de ropa en la ciudad de Nueva York (en Greenwich Village) el 25 de marzo de 1911.
Debido a las condiciones laborales en las que las puertas estaban cerradas con llave, 146 personas fallecieron en el evento: 123 mujeres y 23 hombres, la mayoría inmigrates italianas y judías de entre 14 y 23 años. Una verdadera tragedia que ha resonado a través de las décadas a nivel mundial, especialmente con el triste caso del derumbe de Rana Plaza en Bangladesh en 2013, en el que murieron 1,134 personas.
Así que no. El 8 de marzo no es día de felicitar a las mujeres por ser mujeres. Por su delicadeza, su feminidad y todas esas cosas endulcoradas que nos venden como propias del «sexo débil».
Y sí: cada vez que escucho de alguna mujer sufriendo acoso y amenazas porque, siendo mujer, está desafiando los roles tradicionales y/o exigiendo ser tratada con respeto, dignidad y equidad, más claro que queda que estamos conmemorando, porque celebrar es solo una parte de la memoria histórica.
Poniéndonos técnicos
El mercado laboral actual en México y el mundo presenta muchos obstáculos para los profesionales que están en búsqueda de mejores condiciones laborales, y en el caso de las mujeres, los retos parecen duplicarse.
Un estudio reciente del Banco Mundial(1), señala que a nivel global, más de 2.7 mil millones de mujeres no tienen legalmente acceso a las mismas oportunidades laborales que los hombres. En México, un reporte reciente del Instituto Nacional de las Mujeres y el INEGI, señala que la participación de las mujeres en el trabajo asalariado es inferior a la de los hombres, pues de cada 100 personas dedicados a la producción de bienes y servicios en esquemas asalariados no agropecuarios, 42 son mujeres y 58 son hombres(2). La brecha salarial entre mujeres y hombres por el mismo trabajo, se encuentra en una media de 889 pesos a favor de los hombres(3).
Entonces, ¿en dónde necesitamos espacio para crecer?
Es un hecho que muchas mujeres fuimos criadas por modelos femeninos mucho más preparados para continuar buscando la equidad de género. Nuestras madres, herederas de la lucha y los logros de mediados del siglo XX, nos dejaron claro que no hay por qué esperar un mítico príncipe azul que nos salve, sino prepararnos para salvarnos nosotras.
Sin embargo, mismo estudio del que hablaba antes, señala que la participación de las mujeres aún tiene muchas áreas de oportunidad en carreras como Programación (9% mujeres y 91% hombres), Postproducción Audiovisual (11% mujeres y 89% hombres), Videojuegos (17% mujeres y 83% hombres), Audio (21% mujeres y 79% hombres), y Cinematografía (23% mujeres y 77% hombres), entre las más importantes.
Mi hija ha mostrado interés en temas de ingeniería y ciencias. A veces con enfoque matemático y otras con uno más artístico, pero es obvio que es algo que le interesa. Y, al darme cuenta de ello, he procurado que tenga oportunidad de conocer más sobre estos temas, que aprenda a usar herramientas como taladros y serrucho. Y que no permita que la frustración que le puede venir si tiene errores matemáticos la haga creer que no es buena en matemáticas.
Así pues, creo que nuestra misión como madres es ayudar a las siguientes generaciones a ir un paso adelante a nivel personal y familiar. Basta de roles de género estereotípicos en los que activa o pasivamente reafirmamos el mensaje de que ser mujer implica tener inclinaciones naturales hacia el cuidado y la procuración de los demás. Y lo contrario en el caso de los varones, por supuesto.
Y esto, a su vez, promueve que las mujeres vayan tomando su lugar en profesiones que históricamente las han dejado de lado. Como las mencionadas anteriormente.
Conciliación ¿imposible?
Otra situación preocupante por la que atraviesan las mujeres en el mercado laboral actual, es el trabajo informal. De acuerdo al Informe de Desigualdades en México 2018 elaborado por el Colmex, para finales de 2017, 45.6% de las mujeres de la PEA (población económicamente activa) estaban trabajando sin contrato alguno, ya sea en negocios familiares o para empleadores informales(5).
Trágicamente, al considerar a las mujeres fuente de mano de obra barata o gratuita, las limitantes que conlleva esto, perpetúan el círculo de pobreza (y no solo económica sino también educativa, cultural y familiar).
Madres que se quedan en casa para cuidar de niños o enfermos, trabajadoras domésticas o cualquier mujer cuyo ingreso depende de un tercero, probablemente también está en una situación en la que su aportación a la economía familiar no se considera relevante. Y eso es porque históricamente se ha asumido que es su DEBER ser quien administre, organice y se asegure de que su casa y familia marchen en orden.
¿El drama de todo esto? Que la mujer se reduce a su papel de limpiadora, o madre. Es díficil (y muchas veces se considera impensable) imaginar que detrás de esa administradora, organizadora de eventos sociales y familiares, enfermera, gestora de talento y un largo etcétera, hay también una PERSONA con ambiciones y talentos propios.
Así que este 8 de marzo -y todo el mes- estamos conmemorando esta lucha por lo que es justo. Porque celebrar es solo una parte de la memoria histórica.
*Gracias por la compilación de datos y estudios del INEGI a Trabajo en Digital.
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